De todos los lugares que se encuentra el peregrino a lo largo del Camino de Santiago, pocos hay con un significado más especial que el monasterio de San Juan de Ortega, en la provincia de Burgos. Construido por el santo del mismo nombre, el monumento ha estado asociado desde su fundación a la peregrinación jacobea.
Juan de Velázquez nació en el pueblo burgalés de Quintanaortuño en 1080, y desde joven se dedicó a mejorar las condiciones del Camino de Santiago, construyendo puentes y pavimentando calzadas, en colaboración con Santo Domingo de la Calzada. La decisión de construir el monasterio surgió de su peregrinación a Jerusalén. Según la leyenda, en el viaje de vuelta su barco sufrió un naufragio, y San Juan rezó a San Nicolás de Bari, prometiéndole construir una capilla en su honor si se salvaba. Se salvó, así que a su vuelta comenzó la labor de construirla en la zona de los Montes de Oca.
El conjunto de San Juan de Ortega está formado por la capilla original, la iglesia románica construida junto a ella (en la que está enterrado actualmente el santo), el monasterio y el albergue de peregrinos. Desde el punto de vista artístico, la iglesia destaca por el llamado capitel de la Anunciación, en el que se relata la historia de la Anunciación a la Virgen María por parte del arcángel Gabriel.
El milagro de la luz
Precisamente en este capitel sucede uno de los fenómenos más curiosos relacionados con el monasterio, el que se ha dado en llamar “el milagro de la luz”. Cada equinoccio de primavera y otoño (21 de marzo y 22 de septiembre), a la cinco de la tarde (hora solar) un rayo de luz entra en la iglesia y va recorriendo el capitel de izquierda y derecha, “contando” así la historia de la Anunciación.